Todo líder suele tratar con empleados o equipos a diario. Aunque las personas suelen estar motivadas, a veces siendo líderes encontramos empleados que pierden la motivación.
Sabemos lo que significa. Seguro que alguna vez sufrimos de esta mala situación. Cuando las personas pierden la motivación, es difícil para ellas, se desvinculan del trabajo y su productividad cae de manera importante como resultado de estos sentimientos.
Sin embargo, como líderes debemos ser empáticos con nuestra gente. Los seres humanos necesitamos estar motivados para enfrentar los desafíos que nos encontramos en nuestro quehacer diario y al mismo tiempo encontrar sentido a las cosas que hacemos. Algunos de nosotros hemos desarrollado más ciertas partes de nuestro cerebro y tenemos una mentalidad de crecimiento que nos permite seguir adelante para aprender nuevas habilidades y perseguir objetivos con sentido. Sin embargo, todos aquellos con una mentalidad fija también tienen la oportunidad de desarrollar y aprender esas habilidades (ver Muvens.com).
Siguiendo un camino de aprendizaje, obtendremos una buena porción de dopamina. ¿Qué es realmente la dopamina? Es un neurotransmisor de amina biogénica que se utiliza en múltiples circuitos del cerebro. Uno de los circuitos que se utiliza es el sistema mesolímbico y está involucrado en la motivación conductual para la recompensa y el refuerzo.
Al final con este flujo de dopamina nos dedicaremos más y mejor a esas actividades.
Como mencioné antes, tenemos diferentes mentalidades y aunque las personas con mentalidad de crecimiento están más acostumbradas a seguir un camino de aprendizaje para descubrir nuevas habilidades explorando, descubriendo, aprendiendo y experimentando, hay otras con mentalidad fija menos dadas a esas actividades. Las organizaciones deben desarrollar las condiciones para alentar a los empleados a hacerlo.
Este estímulo es posible hacerlo motivando a los empleados sin grandes cambios en las organizaciones aprendiendo sus fortalezas, experimentando y ayudándolos a encontrar un propósito claro del trabajo.
Una de las formas en que podemos activar a los empleados es valorándolos por sus virtudes o fortalezas de carácter. Esto hará que muestren sus valores de autoexpresión. La autoexpresión variará según su ubicación y la cultura en la que esté inmerso y se puede definir, como dijo Judith Glaser, como la forma más importante para que las personas se conecten, naveguen y crezcan entre sí.
Otra forma de activar a los empleados es cuando les ofrecemos la posibilidad de experimentar en una “zona segura” donde experimentar es una actividad que les da la libertad de cometer errores sin miedo y sin consecuencias para ellos.
La experimentación impulsará también la creatividad y la falta de desafío o lucha permitirá una vida mejor para nuestros empleados abriendo sus mentes a la innovación y la creatividad.
Una tercera forma es inculcar un sentido de propósito en nuestros empleados. El propósito debe estar orientado al cliente y debe estimular el compromiso de las personas. El propósito se vuelve relevante cuando no solo es auténtico, sino que también está conectado con una estrategia corporativa que genera una ventaja competitiva sostenible. El propósito, no solo los factores ESG, se convierte en un motor de cambio positivo al tiempo que garantiza que las empresas continúen creando valor económico.
Al final todo lo anterior es un hábito, una forma de ser, un estilo de existir.