Diseñamos productos, resolvemos problemas, definimos propuestas de valor, incorporamos la narración de historias en nuestras actividades de marketing, pero también deberíamos diseñar nuestra manera de pensar.
No somos conscientes de nuestros modelos mentales, pero nuestros valores son la base de nuestras creencias. Estas determinarán nuestros pensamientos y por último estos crearán nuestros sentimientos. Eso es por lo que es tan importante el cómo pensamos como individuos y qué sucede en el interior de nuestras mentes.
Como seres humanos tenemos diferentes niveles de competencia y para ser excelentes diseñadores de nuestros pensamientos necesitamos alcanzar la competencia inconsciente. Ello requerirá de un proceso iterativo que permitirá realizar prototipos y tests hasta alcanzar un nivel de perfección en los mismos.
Uno de los principales métodos de comunicación ha sido siempre contar historias. A lo largo de la historia, desde tiempos antiguos, los seres humanos contaron historias incluso de forma gráfica con sus pinturas rupestres. Las historias pueden poner tu mente a trabajar y pueden influir notablemente en nuestras decisiones.
Cualquier cosa que hayas vivido, pues hacer que otros experimenten las mismas sensaciones. O por lo menos, conseguir que las mismas secciones que has activado en tu cerebro también las activen ellos. Nuestras historias suponen al menos un 65% de nuestras conversaciones.
En 2006 se publicó un estudio en la revista NeuroImage, en el que investigadores en España preguntaron a los participantes en el estudio que leyeran palabras que estaban asociadas de manera importante a aromas, así como también lo hicieran con palabras neutras. Sus cerebros fueron escaneados y se obtuvieron imágenes mediante una resonancia magnética (fMRI). Cuando los participantes leyeron palabras como “perfume” y “café”, sus áreas de la corteza cerebral relacionadas con el sentido del olfato se activaron; mientras que cuando leyeron palabras como “silla” y “llave” esta área permaneció inactiva.
Solemos vincular las metáforas y la realidad de manera automática. A todo lo que llega a nuestros cerebros buscamos la relación causa-efecto de alguna experiencia que hayamos vivido previamente.
Cuando nos enfrentamos con diferentes retos en los negocios u otra clase de situaciones empresariales, nos enfrentamos más de una vez con rediseños en donde el Design Thinking nos ayudará enormemente y podremos relacionar los nuevos diseños con nuestras experiencias.
El Storytelling es una de las herramientas más potentes que tenemos para obtener resultados inmediatos y será muy útil su uso en las actividades de Design Thinking. Los líderes pueden utilizarla para convertir sueños en acciones y finalmente obtener los resultados deseados. Cuando contamos historias, debemos estar convencidos de ellas, sentirlas como propias antes de compartirlas con otros. Una historia es la única manera de activas ciertas partes en nuestras mentes de forma que quien nos escucha convierta la historia en algo suyo, formando parte de su experiencia.
También es muy importante contar las historias de manera diferente en función de las circunstancias que nos rodean. No podéis repetir la misma historia sin haberla adaptado previamente al momento y a la audiencia.
Nos gusta que los demás hagan suyas nuestras propias historias. Esto es, como lo que sientes cuando un amigo te cuenta una historia y un par de semanas más tarde le cuentas esa misma historia como si fuera tu gran idea. Esta es la mejor forma de influir en los demás con tus propias ideas.
Peter Guber, productor de cine, define muy bien todo este concepto en “The Four Truths of the Storyteller”, cuando el considera The Truth of the Teller, The Truth of the Audience, The Truth of the Moment y The Truth of the Mission.
La corteza frontal de tu cerebro es la responsable de nuestras emociones y solo es activada con palabras y frases que te emocionan. Esto no es meramente una opinión; ha sido investigado en sucesivas ocasiones y también probado que las metáforas tienen un mayor impacto en nosotros que el que tienen las palabras comunes.
Deberías recordar todos estos conceptos cada vez que tengas que crear tu propia historia.